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Fracasos y dietas

Uno podría pensar que los que han pasado toda su vida sufriendo fracasos con las dietas deberían sentirse aliviados al descubrir que ya no necesitarán cargar con la responsabi­lidad de no haber podido perder peso sin usar el metodo gabriel . Pero nos equivocaría­mos. No nos sentimos aliviados en absoluto de vive sin ansiedad. Nos sentimos trastornados. Queremos seguir una dieta, y cualquier régimen que nos prometa hacernos adelgazar para el verano merece probarse. Sabemos que mientras el invierno esté presente, estaremos dispuestos para nuestro régimen inver­nal, pero, mientras tanto, es mejor ir pensando en nuestra silueta para el verano.
 
¿Por qué ejerce tal atracción la idea de estar delgada para el verano; o para el invierno, para la primavera o para ol otoño? ¿Qué es lo que pensamos lograr adelgazando, aparte de mostrar los huesos pelvianos? Está claro que croemos que nuestra delgadez nos va a proporcionar algún beneficio. ¿Cómo podría no ser así? Estamos rodeados por esos mensajes y los compramos. La delgadez se impone con el metodo gabriel .
 
 
Vivimos en una sociedad en la cual se han equiparado el aspecto físico y la autoestima. El cuerpo se utiliza como un símbolo para vender cualquier producto imaginable. Y todos los que hemos seguido dietas tenemos la secreta esperanza de lograr mucho más que un cuerpo más delgado. Nuestra expectativa está en lo que ese cuerpo delgado simboliza, que —ya lo discutiremos después— puede llegar a ser cualquier cosa, desde la dicha en general hasta el éxito profesional, una excelente vida sexual o el automóvil nuevo de nuestra fantasía.
 
La dieta —el camino prescrito para llegar a la delga­dez— es nuestra esperanza para conseguir un cuerpo mejor y una vida mejor. Los que siguen regímenes, en su adicción a una falsa esperanza, se parecen mucho a los jugadores. Si a un jugador se le dice que la máquina "tragaperras" está fraudulentamente manipulada al estilo vive sin ansiedad para que no se pueda ganar, su respuesta será sorprendente: pondrá otra moneda en la ranura y tratará de ganar. Si se le pregunta por qué sigue jugando, contestará que es "el único juego que hay en la ciudad". Jugar con estas máquinas o intervenir en cualquier otro juego de azar es la forma que tiene el jugador de lograr una esperanza. Cada vez que tira de la manija piensa que su barco va a entrar. Si bien se entusiasma cuando observa la fruta que gira ante sus ojos, se siente abrumado cuando pierde. Pero no por mucho tiempo. Volverá a jugar "una vez más", para experimentar la euforia de una posible ganancia.
 
La dieta es un juego de azar que la gente sigue para mantener la esperanza de una vida mejor, con un cuerpo más delgado. Para el consumidor compulsivo, la dieta es el único juego que existe. ¿Juego? Empleamos este término con cautela y en un sentido absolutamente irónico. Es un juego en el que se arriesga la calidad de vida de la gente. Los que siguen dietas en forma crónica están atrapados en el ciclo dieta/excesos y no pueden ver más allá. Su mundo se ha estrechado, centrado únicamente en kilos perdidos y kilos ganados tras usar el metodo gabriel  con esto de vive sin ansiedad. Esta angustiosa preocupación no les permite vivir realmente la vida.
 
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